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Hubo un tiempo pasado en el que viajar era sinónimo de lujo, aventura y misterio. Para hablar de este tiempo, debemos retrotraernos a la Europa de los años finales del siglo XIX y a buena parte del siglo XX. Durante esta época, los nuevos medios de transporte inventados durante la Revolución Industrial fueron adaptándose de forma cada vez más exitosa al transporte de pasajeros. En un comienzo, los primeros ferrocarriles se empleaban únicamente para mover mercancías relacionadas con la minería y el sector de la metalurgia. Con la proliferación de nuevas vías, cada vez resultaba más fácil imaginarse la utilidad de conectar diferentes ciudades de un mismo territorio, e incluso plantear trayectos transnacionales, desde el punto de vista de la movilidad de pasajeros.

Pero viajar durante aquellos años era muy duro: los primeros trenes no contemplaban la comodidad del viajero entre una de sus prioridades: eran máquinas lentas y ruidosas; había que hacinar a los pasajeros para que los trayectos fueran rentables para las compañías; era necesario realizar numerosas paradas durante en el camino para el avituallamiento de viajeros, trabajadores y maquinaria; el mobiliario era austero y no invitaba al descanso; y el humo de la locomotora se filtraba continuamente hacia el interior de los vagones. Unas condiciones que para nada satisfacían las demandas de la refinada alta sociedad europea que, por otra parte, eran los únicos que podían permitirse viajar por placer en unos tiempos en los que la gran mayoría de personas no tenía la necesidad ni la posibilidad de salir de su país, o incluso de su ciudad, durante toda su vida.

Todo esto cambió en gran medida gracias al Orient Express, un tren de leyenda que unía en su trayecto más extenso la distancia entre París y Estambul, conectando a su paso decenas de las principales ciudades europeas. Este Expreso de Oriente, como se le conocía en España, fue sin duda una pieza clave para el desarrollo del turismo en el mundo y fundamental para la construcción del concepto del viaje de placer. Pero la leyenda del Orient Express va mucho más allá, y es que la repercusión social que este tren tuvo en su época fue tal que en la actualidad se ha convertido en todo un icono cultural, con cientos de referencias en la literatura, el cine, la televisión e incluso en el mundo de los videojuegos.

tren oriente express

Por ello hoy queremos acercarnos brevemente a la historia del Orient Express, desde su origen en 1883 hasta su último viaje en 2009. Veremos cómo sus rutas fueron evolucionando con el transcurso de los años, cómo afectaron a este servicio ferroviario los principales conflictos geopolíticos europeos y cómo el servicio y la atención a bordo fueron alcanzando estándares cada vez más elevados. Y también descubriremos la relación que existe entre el mítico Orient Express y el vino Diamante, un vino con más de 129 años de historia.

Origen del Orient Express

El Orient Express nació de la mano del empresario belga Georges Lambert Casimir Nagelmackers, realizando su viaje inaugural en 1883. Nagelmackers era fundador de la Compagnie Internationale des Wagons-Lits (CIWL) una empresa ferroviaria especializada en ofrecer servicios de coches cama para el transporte de viajeros que empezó a funcionar en 1872. El belga importó esta idea desde Estados Unidos, inspirándose en la idea del empresario americano George Pullman, quien había comenzado a construir coches cama en 1964 en aquel país y que explotaba este servicio bajo el lema “Coches-palacio de Pullman, lujo para la clase media”. Un servicio con un precio 5 veces más alto que el habitual y del que fue cliente el mismísimo presidente Abraham Lincoln. Pero Nagelmakcers no solo tomó la idea de Pullman para adaptarla al contexto europeo, sino que se propuso elevar los estándares de calidad, tanto de los vagones como de la atención en el servicio, con la creación de su Orient Express. El tren puso en marcha sus máquinas el 4 de octubre de 1883 para unir la estación Gare de l’Est de París con la lejana ciudad de Giurgiu, en la lejana Rumanía. Lo hizo con el nombre inicial de  Express d’Orient, pasando en su camino por Estrasburgo, Múnich, Viena, Budapest, Bucarest y las búlgaras Ruse y Varna. El trayecto incorporaba dos transbordos por agua, uno por el Danubio, de Giurgiu a Ruse; y otro por mar desde Varna a Estambul (Constantinopla por aquel entonces).

tren orient ExpressLas rutas del Expreso de Oriente a lo largo de la historia

Para 1889 el servicio de tren de NagelMackers ya ofrecía una línea directa con Estambul, evitando la inconveniencia de los transportes por barco. Para 1891 y rebautizado ya como Orient Express, el servicio tenía salidas diarias a Budapest, con hasta tres conexiones semanales hasta Estambul.

A inicios del siglo XX el servicio del Orient Express estaba ya completamente afianzado, viéndose únicamente interrumpido entre 1914 y 1918 con motivo de la Primera Guerra Mundial, debido al cierre de fronteras y a los frecuentes sabotajes de las vías. Y es que hay que destacar que una de las grandes proezas del Orient Express fue su capacidad de conectar más de 10 países diferentes en la Europa de finales del siglo XIX y del siglo XX. En un contexto geopolítico de tensiones constantes entre estados, con la amenaza permanente de posibles conflictos armados.

Nuestro vino Diamante estaba incluido en la carta de los restaurantes del Orient Express, que hacían las delicias de la alta sociedad europea.

botella diamante

Ya en 1919 y gracias a la inauguración del túnel de Simplon, que unía Suiza e Italia a través de los Alpes, se comienza a ofrecer una segunda ruta alternativa con el servicio Simplon Orient Express. Esta segunda ruta partía de París y bajaba por el sur hasta la ciudad suiza de Lausana, pasaba por el túnel de Simplon hasta Milán y Venecia, y continuaba su ruta hasta Estambul a través de Belgrado, en Serbia, y Sofía, en Bulgaria. Esta nueva ruta era especialmente conveniente para los pasajeros procedentes de países del bloque Aliado, ya que evitaba el paso por territorio Alemán.

expreso orienteLa década de 1930 es en la que el Orient Express alcanza su máximo esplendor, contando ya con tres grandes rutas: Orient Express (el servicio original), Simplon Orient Express y Arlberg Orient Express. La tercera ruta tendía un nuevo puente entre París y Viena, pasando por las ciudades de Zúrich e Innsbruck. Desde Viena continuaba hasta Budapest, desde donde se planteaban dos posibles trayectos: uno hacia Bucarest, donde era posible conectar con la ruta original del Orient hasta Estambul; y otro hasta Atenas, pasando por Belgrado.

Durante esta década de los 30 se realiza también la conexión de Londres con París, con un ferry haciendo de puente entre Dover y Caláis, como parte del itinerario del Simplon Orient Express. Es precisamente durante estos años cuando el Expreso de Oriente se gana su fama de experiencia de lujo: el tren cuenta con las últimas tecnologías ferroviarias de la época, permitiéndole recorrer su camino en menor tiempo, con más seguridad y con mayor estabilidad; los vagones cuentan con calefacción y una iluminación de calidad, a diferencia de otros trenes de la época; los espacios son amplios y los vagones tienen un máximo de 10 ocupantes, en contraposición con el hacinamiento que se daba en otros trenes de este período. Además, los acabados, el mobiliario, el servicio y la atención al pasajero eran de primerísima calidad: maderas nobles, vidrieras, apliques y lámparas de bronce y cristal, vajillas y cuberterías de las marcas más prestigiosas… Por otra parte, los trenes que cubrían estos servicios contaban con departamentos privados, para garantizar la intimidad y comodidad de sus viajeros, toda una novedad ya que hasta entonces los coches cama separaban a unos pasajeros de otros con simples cortinas. Pero sin duda alguna una de las mejores innovaciones del Orient Express fue la incorporación de coches restaurante y amplios salones. No solo hacían innecesarias las paradas para el avituallamiento, sino que contaban con algunos de los más prestigiosos chefs de la época para prestar sus servicios de comidas. ¿Podría ser esta la semilla del turismo gastronómico que conocemos hoy en día?

Orient ExpressEs en este punto donde aparece la conexión entre Diamante y el legendario Orient Express. Y es que nuestro vino centenario estaba incluido en la carta de los restaurantes del Orient, que hacían las delicias de la alta sociedad europea: políticos, aristócratas, diplomáticos, artistas famosos, empresarios millonarios y todo tipo de personalidades de altura. Todo un honor que debemos atribuir al político y empresario Álvaro Figueroa y Torres, Conde de Romanones. Fue él quien consiguió que los servicios del Orient Express contaran con el vino Diamante entre su oferta enológica, allá por los años 20. Una mediación que fue posible gracias a que el propio Conde era socio de Bodegas Franco-Españolas.

Con la Segunda Guerra Mundial los servicios del Orient Express tuvieron que volver a suspenderse, como ya sucediese en 1914. Y a partir de ese momento ya nada volvió a ser lo mismo. En 1945 el servicio estaba prácticamente restablecido, a excepción del último tramo de la ruta hacia Atenas, que volvería a abrirse en 1951.

Eran los años de la Guerra Fría y el levantamiento del Telón de Acero supuso el cierre de fronteras entre gran parte de los países europeos. Además, el servicio del Orient Express se vio tremendamente resentido: en muchos países del este los lujosos vagones de la Compagnie Internationale des Wagons-Lits comenzaron a ser sustituidos por coches de peor calidad, los acabados perdieron su lujo inicial y los servicios y la atención personal fueron mermados. Un ejemplo de esto es que los vagones duplicaron su capacidad inicial de 10 a 20 pasajeros.

El Orient Express entró en decadencia: el tramo Calais – Simplon se suspendió en 1960, siendo sustituido por otros trenes; y en 1962 se cerraron los itinerarios del Orient Express original y del Arlberg Orient Express. Tan solo se mantendría el tramo del Simplon Orient Express, pero lo haría como el nuevo Direct Orient Express, un servicio más lento que cubriría la ruta París – Estambul hasta 1977. A partir de este año, el Direct Orient Express dejó de funcionar y lo único que quedó del Orient Express fue un trayecto entre París y Budapest que se mantuvo hasta el año 2005. Para este momento la labor de la Wagons Lits era solo ofrecer a sus trabajadores para dar servicio a otros trenes. A partir del 2001 el tren solo llegaba hasta Viena y en 2009 la empresa dejó de ofrecer sus servicios. Los trenes de alta velocidad y, sobre todo, los vuelos baratos, habían acabado con el Orient Express.

La Leyenda del Orient Express

Aunque el servicio original no se mantenga, el Orient Express sigue vivo hoy en día como leyenda. Esto se debe en gran medida a las innumerables referencias que se han hecho al mítico servicio de trenes durante sus años de historia. Los medios de comunicación, la literatura, el cine y hasta los videojuegos han hablado de alguna manera del Orient Express. Algunas obras han llegado incluso a poner el Orient Express como el universo sobre el que construir la trama. El caso más claro, la famosa novela de Agatha Christie Asesinato en el Orient Express, publicada en 1934. Una novela en la que el Detective Hércules Poirot debe resolver un asesinato ocurrido en el tren mientras se encuentra de viaje volviendo a Londres desde Estambul. Toda una referencia dentro de la novela detectivesca que ha inspirado a su vez muchas otras historias, incluidas varias adaptaciones cinematográficas como la cinta de 1974 del director Sydney Lumet, o la versión más reciente de Kenneth Branagh en 2017.

Y es que es lógico que el Orient Express haya sido una fuente de inspiración para novelistas, cineastas y otros artistas que han conseguido que asociemos al mítico tren con la idea del misterio. Pensemos en el contexto de la Europa de finales del siglo XIX y principios del XX. Viajar en tren desde París hasta Estambul en aquellos años no era un viaje cualquiera: era todo un viaje en el tiempo y también un viaje cultural en el que se atravesaban decenas de países. Países que también eran mucho más diferentes entre sí de lo que son hoy en día. Un viaje que partía desde la Europa más occidental hasta las puertas de la exótica Asia.

Es difícil pensar en el Orient Express sin que cierta nostalgia se apodere de nosotros. Más aún en tiempos en los que Internet acorta las distancias culturales entre los diferentes habitantes del planeta y en los que algunas aerolíneas se plantean la posibilidad de que sus pasajeros vuelen de pie para ahorrar costes. Quizá el lujo, el exotismo, la comodidad y el misterio del Orient Express no sean comparables al concepto de turismo del que disfrutamos hoy. Sin embargo, siempre nos quedará la idea romántica de los tiempos del Orient, en los que viajar era mucho más que desplazarse. Y siempre podremos hacer una parada en nuestro camino y disfrutar de una copa de vino Diamante, para saborear de alguna manera, la misma experiencia de los viajeros del Orient Express.

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Bodegas Franco-Españolas

Bodegas Franco-Españolas es una de las grandes bodegas de Rioja. Con nuestros 125 años de historia, continuamos siendo un referente a la hora de hablar sobre el mundo del vino.

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